miércoles, 2 de julio de 2008

Héroes Derrotados

“Sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa es la que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo . La gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes. Sino que arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas. Y entonces se ve estallar una luz, y todo el mundo suelta un Oh!”

Sin embargo hay algo que no concuerda. No es ya solo la ironía de anunciar un BMW con un fragmento de un libro que narra la vida en la carretera. Pero no la vida en aire acondicionado. Sino del viaje por el viaje, buscándose la vida, durmiendo al aire libre, de autobús en autobús, de trabajo en trabajo, escondiéndose en vagones de mercancías, conociendo a docenas de personajes, vagabundos, camareras, poetas, músicos de jazz, ganado mexicano trabajador temporal. Recorriendo Estados Unidos, de costa a costa, solo por el placer de viajar y experimentar la naturaleza humana. Cierto que BMW desde hace unos años tiene el eslogan de “Te gusta conducir?”, asociándolo al “Te gusta viajar?”. Pero tal vez identificar ir en un BMW, con colarse en mercancías, y comer alubias de la lata…. sea demasiado.

Pero como decía, no es esto lo que me inquieta. Es esa sensación de que hay algo que no esta bien en la foto. Al principio pensaba que era el tono, tal vez demasiado alto, demasiado exultante, dando la sensación de no estar recitada sino gritada. Pero no, si le quitas la música, te das cuenta de que es un tono hasta monocorde. Así que es la música. Una especie de polka demencial, que acelera lo que debía ser un momento a media luz, y con tristeza en la mirada, convirtiéndolo en fanfarria de carrusell.

Tal vez sea que para mi Kerouac, como Ginsberg, están asociados a la tristeza, a la sensación de fracaso de una sociedad, en este caso, post segunda guerra, que se obligó a mirar al otro lado del horror, al lado de los cielos azules, las lavadoras automáticas y la chispa de la vida. La sensación de actuar en una comedia de situación, con la certeza de que fuera esta la vida de verdad y de que lo que de verdad importa esta fuera (no en el sentido Mulder;). Igual que cuando escucho a Sarah Vaughan (como en este momento), solo siento melancolía de una época que no he vivido. Supongo que impregnada por la melancolía de todo lo que no he hecho, de todas las personas en mi que no soy o las que ya no seré.

Luego fui a por mi En el camino. Lo leí cuando tenia unos 13 o 14 años, y luego como a los 17. Entonces me releía los libros… melancolía del tiempo también. No recordaba esa sensación de exultante felicidad y optimismo que desprende el anuncio. Y descubrí que la frase estaba truncada… le falta el principio:

“Corrían calle abajo juntos entendiéndolo todo del modo en que lo hacían aquellos primeros días, y que más tarde sería más triste y perceptivo y tenue. Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa….”

Y aquí esta la tristeza. Ellos son los cohetes amarillos que explotan, mientras que él es el que los mira. Estrellas fugaces que aparecen un momento en tu vida y desaparecen. Se consumen. Simplemente dejan de estar.

No recuerdo cuando leí Howl de Ginsberg, por primera vez…. probablemente allá por el 2000. Si recuerdo que durante días, tal vez semanas lo llevaba en la mochila y lo leía cada día en el autobús. Una y otra vez. Bucle sin fin.

"I saw the best minds of my generation destroyed by
madness, starving hysterical naked,
dragging themselves through the negro streets at dawn
looking for an angry fix,
angelheaded hipsters burning for the ancient heavenly
connection to the starry dynamo in the machin-
ery of night,
who poverty and tatters and hollow-eyed and high sat
up smoking in the supernatural darkness of
cold-water flats floating across the tops of cities
contemplating jazz, […]"

Hoy es el dia que, cada vez que un amigo se mete a trabajar en un banco, en una oficina... o a pagar una hipoteca, ese primer verso vuelve a mi mente…

“Un momento después ibamos cuesta abajo, con las piernas colgando junto a la acera, sentados en la trepidante plataforma. Eramos dos héroes derrotados de la noche occidental.”


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